EXCLUSIVO. La Guayana Esequiba en el contexto del Bicentenario de la Doctrina Monroe.

Venezuela está en el centro de la Geopolítica Mundial, tanto por su ubicación geográfica como por su valor geoestratégico. Por su ubicación geográfica, derivado de su mayor accesibilidad al Mar Caribe y su enorme extensión en esa zona geopolíticamente vital, para la actividad comercial entre los continentes europeo, africano y Nuestroamérica. Asimismo, el valor geoestratégico deviene de su condición de poseer la más grande e importante reserva energética del mundo, pero adicionado además, por convertirse Venezuela en una escuela de anti-manual para la desestabilización política.

Nos encontramos en medio de una disputa internacional. Los ciudadanos del mundo asistimos a un reacomodo del Orden Mundial, entendido como el relacionamiento entre las grandes potencias (Rusia-China-EE.UU.) y en ese reposicionamiento, tenemos un valor trascendental. Hay que comprender el papel que jugó Venezuela, desde el momento en 1973, cuando EE.UU. impuso la dinámica a través de la cual la compra y venta de petróleo se dió (casi exclusivamente) mediante el uso del dólar. Es ese el comienzo del dominio del petrodólar. El hecho, que con el Presidente Hugo Chávez se planteó la venta de petróleo con otra moneda, nos convirtió en una amenaza a la Doctrina de Seguridad y Defensa de los EE.UU., cuestión que formalizaría el ex presidente Barak Obama en 2015 y cuyas consecuencias, hemos vivido los venezolanos intensamente.

Esa disputa internacional, se da en medio del Bicentenario de la formulación de la Doctrina Monroe y la tesis filosófica-religiosa que lo sostiene. Los EE.UU. asumen, por sus raíces anglicanas y calvinistas, la ‘misión’ de extenderse por el mundo a través de la multiplicación de su influencia mediante acciones económicas y militares. Lo asumen sobre la base del excepcionalismo cultural: se asumen totalmente diferentes a las demás sociedades y que, como una acción derivada de Dios, deben cumplir esa misión excepcional. Esa tesis, se ha visto reforzada desde la finalización de la I Guerra del Golfo en 1991, donde formularon el denominado Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNSA, por sus iniciales en español, en inglés sería PNAC o Proyecto for New American Century), entendiendo que debían imponerse sobre sus aliados tradicionales (Inglaterra, Francia, Canadá, Japón, Alemania e Italia, que conforman el G-7 junto a EE.UU.) pero también sobre sus adversarios surgidos posterior a la II Gran Guerra, específicamente Rusia y China.

Para lograrlo, en medio de esta disputa internacional, deben asegurarse las fuentes de energía que le permitan mantener un ritmo de crecimiento económico, que contenga el avance del proyecto Euroasiático derivado de la asociación Ruso-China. Es en este punto, dónde debe enmarcarse la agresiva política ejecutada por la República Cooperativa de Guyana desde el año 2013, que no coincidencialmente se corresponde con el momento del fallecimiento de Hugo Chávez. Entre 2013 y 2015, se diseña una estratégica campaña que pretende presentar a Venezuela y su histórica (y justa) reclamación ante el pretendido despojo del que fue objeto con el fraudulento Laudo Arbitral de París de 1899; como un Estado agresor contra una pequeña república. La verdad ha sido otra: es Guyana un instrumento de Guerra Proxy o de sustitución cuyo objetivo es múltiple. Por un lado, contener el valor histórico y ejemplarizante que juega Venezuela como referente muy actual de la lucha antiimperialista y anticapitalista. Por otra parte, concretar la desestabilización de un sistema político que es disonante con el modelo de democracia representativa, impulsado por EE.UU. desde la iniciativa de las Cumbres de las Américas.

Las declaraciones de personajes como Rex Tyllerson, un ex alto funcionario de EE.UU., representante de la Exxon-mobil o del propio ex-presidente Donald Trump, sobre la necesidad de controlar los recursos energéticos de Venezuela, son más que evidentes. Es contener el uso geoestratégico del petróleo por nuestro país y para ello, han adelantado acciones de piraterías ejecutadas a través de Guyana y las transnacionales. Guyana es un instrumento de transformación de esta zona de paz y desnuclearizada, en una Zona Gris, es decir, en un espacio de conflicto como preludio de una mayor confrontación.

La reclamación en el marco de la Carta de la ONU, en su artículo 33, de búsqueda de una solución pacífica y aceptable por las partes, de la contención hecha por Venezuela ante el robo ejecutado en 1899, y firmado a través del Acuerdo de Ginebra en 1966, ha sido una posición histórica nuestra. Este referendo consultivo (el séptimo que se ejecuta, luego de los dos realizados en 1999, el del año 2004, el del 2007, el del 2009 y el del 2017) es totalmente diferente, por la naturaleza de convocar el más profundo sentido de defensa de la Patria, de todos los venezolanos ante una amenaza desarrollada a través de Guyana.

Creemos, como decía José de San Martin, que todo es lícito por la Patria, menos perderla. El referendo consultivo de este domingo 3 de diciembre, tiene sentido histórico propicio pues se da a 200 años de la Doctrina Monroe y será una gran manifestación de voluntad, de unidad ante los que pretenden reducirnos y someternos. Los venezolanos, seguimos haciendo historia.

Fuente: Huele a azufre / Juan Eduardo Romero Jiménez

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